Desigualdad Económica, Social y Ambiental

Feb 7, 2022

Existe mucha desigualdad económica y social en nuestra sociedad. Las condiciones materiales en la que nacemos influyen y limitan de manera significativa nuestras posibilidades de desarrollo personal y profesional. Esto quiere decir, que nuestro estatus económico y social en el futuro es determinado de dicho estatus que tuvimos al nacer.

Por consiguiente, hay una brecha económica significativa entre las clases sociales. El sistema en el que vivimos define y permite que tanto la pobreza como la riqueza sean crónicas y hereditarias. Por más “ganas” que echemos o “méritos” que hagamos, estadísticamente, es que terminemos donde empezamos o incluso, más abajo. 

El fallido sistema actual perpetúa y acentúa las desigualdades sociales y económicas, y aquellos que gozan de sus beneficios, pertenecen al sector más acaudalado, por eso no piensan cambiar las cosas.

Primero, porque resulta más rentable enriquecerse a través de la explotación económica, social y/o ambiental. Segundo, porque en lugar de elaborar una estrategia integral les es más sencillo y barato disfrazar su abuso con “buenas acciones” a través de la filantropía.

Y tercero, no piensan aceptar que se han beneficiados de estas desigualdades por décadas y tener que asumir la responsabilidad para reivindicar esto.

No obstante, todo este tiempo se ha dejado de lado que implicaciones ambientales han tenido esta desigualdad. La desigualdad ambiental no es para menos, puesto que entre 1990 y 2015 (período en el que las emisiones aumentaron alrededor de un 60%) el 10% más rico de la humanidad fue responsable de más del 50% de las emisiones a la atmósfera. Tan solo el 1% más rico fue responsable del 15% de todas las emisiones, mientras que la mitad más pobre de la población mundial solo fue responsable del 7% de estas emisiones (Oxfam, 2020).

Por si fuera poco, al igual que con la desigualdad económica y social, los más perjudicados de la desigualdad social serán las personas en situación de pobreza, los jóvenes y las futuras generaciones.

Los primeros mencionados porque son aquellos que enfrentan mayor vulnerabilidad ante cualquier consecuencia, ya sea por cambios o desastres naturales. Los siguientes por ser quienes verán en vida y de manera tangible todas las catástrofes derivadas de las acciones de hoy en día. 

Estos datos contundentes dejan en claro el consumo excesivo de la minoría privilegiada que ayuda a amplificar la crisis climática, que mantienen hábitos de derrocho y son dueñas de empresas dañinas (que explotan económicamente, socialmente y ambientalmente); quiénes después andan predicando con el mensaje de que salvaremos al mundo consumiendo “popotes biodegradables”.

Me parece que la pandemia trajo consigo muchos cambios, y uno de ellos, debería ser de dejar de pretender que el cambio climático es cuestión de todos por igual. Si bien, los cambios de todos pueden redirigir el curso actual de nuestra sostenibilidad ambiental, también es verdad que si el 50% más pobre deja de consumir bolsas de plástico, utiliza popotes biodegradables, rellena su termo de agua y además se vuelve vegano, no habrá un cambio significativo ya que tan solo el 1% más rico contamina más del doble que ellos. 

El agua, el aire, la atmósfera y muchos otros recursos naturales son bienes comunes. Aunque nos hayan querido convencer de lo contrario, es nuestro derecho gozar de estos recursos y exigir cuando las externalidades de un agente económico nos perjudique como colectivo. Basta de poner el aspecto económico por delante, no podemos seguir avanzando sin tomar en cuenta que el desarrollo debe ser armónico y simultáneo entre economía, sociedad y medio ambiente. 

Referencias:

Oxfam. (2020). El 1 % más rico de la población emite más del doble de carbono que la mitad más pobre de la humanidad. Recuperado de https://www.oxfam.org/es/notas-prensa/el-1-mas-rico-de-la-poblacion-emite-mas-del-doble-de-carbono-que-la-mitad-mas-pobre-de

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