Llevo unos meses con la mirada muy sensible a la violencia, pequeños gestos me alteran y las noticias me llenan de impotencia y coraje, y ante cualquier oportunidad trato de explicarme ¿qué provoca tal agresión? ¿por qué está en tantos lados? ¿será que esto siempre ha sido así y simplemente se está -visibilizando- más? ¿¡ ?!
Así que, con la intención de hacer un ejercicio de introspección colectivo, te invito a compartir la siguiente exploración. Para entrar al mole, definiré la violencia como cualquier manifestación de abuso de poder, no sólo entre personas, sino incluyendo las dinámicas entre instituciones y personas, entre comunidades, generaciones y países.
¿Qué motiva la violencia?
Un elemento central en la violencia es el poder, la capacidad de hacer algo, de lograr estar en control respecto de algo.
El deseo o la búsqueda del poder hacer o lograr algo puede verse interrumpida o “amenazada” cuando se enfrenta a los intereses de otros. Porque así como tú buscas el poder, yo también y ella y él. Así es que se crea un campo de batalla, conocido como Conflicto.
El conflicto es una condición básica de la vida, y la definimos como cualquier oposición o desacuerdo de ideas, posturas o intereses, que generalmente implica a más de un personaje en escena. Por ello, es el campo fértil para la violencia, pues sin las herramientas o la perspectiva adecuada, el enfrentamiento y la contradicción de intereses u objetivos da pie a estrategias y actitudes agresivas, porque: a) me siento amenazado, b) estoy a punto de perder algo que me hace tener el control, c) estoy a punto de perder algo por lo que he sacrificado mucho, d) busco mi “interés” y tú no me permites alcanzarlo.
¿Qué exalta a la violencia?
Si bien el conflicto es algo normal en la convivencia humana, hay veces donde la presión, el instinto, la urgencia o el enojo nos llevan a ser violentos para lograr nuestros objetivos/intereses. No obstante, creo que hay dos elementos recurrentes que ayudan a catalizar la violencia en los conflictos:
1. Miedo al Otro, a lo desconocido
Cuando nos enfrentamos a aquello que es distinto, es normal sentirnos en peligro o amenazados, pues lo desconocido nos hace perder el control de lo que sucede. Al estar acostumbrados a tener -en control- las cosas, con las opciones y reacciones premeditadas, el vernos a la deriva y perder estos flotadores nos hace manotear por recuperarlos, y muchas veces esta acción puede ser desesperada, poco meditada y entonces, violenta; pues la prioridad es salvarme a mí, y si en esta situación donde tú y yo buscamos el flotador sólo hay uno, no quiero ni pensar qué pasaría si lo ganas tú, yo… me hundiría.
2. Desinformación
Cómplice del miedo es el “no saber”, porque el conocimiento es también una fuente de poder. Si a esto le sumamos que en muchos entornos “no saber” se considera una señal de debilidad o vulnerabilidad, el miedo a vernos “ignorantes” nos lleva a la desesperación, la manipulación y el engaño, con tal de salir bien parados.
En los conflictos donde no consideramos nuestro sesgo, o desinformación, pasamos de largo la posibilidad de conocer el interés o la raíz del deseo o búsqueda del otro y muchas veces no consideramos siquiera que con tener más información podríamos encontrar una solución que beneficie a ambas partes.
¿Cómo podemos prevenir la violencia?
Ante el conflicto, el miedo y la desinformación no permiten ver más allá del fatalismo, pero frente a sus malas caras, la creatividad viene a buscar hacerle reír.
Como seres humanos nos exponemos al conflicto desde el momento en el que decidimos (o aceptamos) ser parte de la sociedad. Y contrario a la expectativa común el conflicto (por naturaleza) no es negativo, agresivo o violento, sino juguetón, le gusta incitar la plática y cuestionar. Estas características hacen que su debilidad sea la creatividad, a) poniendo a prueba las posibilidades de la negociación, b) explorando los intereses del otro, c) ideando realidades paralelas donde los deseos de ambos se cumplen, d) preguntándonos ¿cuál es la razón de ser de lo que busco?
El conflicto creativo implica romper paradigmas y atrevernos a sentirnos inseguros por un momento, a ver qué pasa unos escalones más arriba, a descubrir que en la vulnerabilidad podemos encontrar tesoros y descubrir en el Otro a alguien como yo, con miedos compartidos e intereses que se pueden complementar.
Así que te invito a que practiquemos el crear estos espacios para la creatividad y el encuentro con el Otro; a empezar con nosotros mismos, con aquellas cosas que significan un conflicto personal ¿Cómo puedo transformarlas? ¿Cómo puedo usar lo que tengo para lograr el mejor provecho? ¿Y si lo veo desde otra perspectiva? Si empezamos a trazar nuevos caminos en lo personal, para luego compartir estas herramientas de “navegación” seguro que nos traerá más y mayores descubrimientos en sociedad.
*Nota al pie: Al comenzar el texto pensé en el miedo y la desinformación como enfermedades, síntomas de la violencia… pero después recordé que no tiene nada de malo -no saber- o -sentir miedo-. Aún así nos puede enfermar el no ser conscientes de cómo manejar el miedo y la desinformación, así que ¡cuidado! como dice Inspector “El veneno no mata, es la cantidad”.